jueves, 20 de mayo de 2010

LA ESPINA Y LA PENA, Selección del mes



LA ESPINA Y LA PENA

Hay una espina clavada
en el medio de mi pecho,
algo en mí vive deshecho,
se me nota en la mirada.
Es una tristeza, un nada,
un vacío, una amargura,
una extraña desventura
de los pies a la cabeza
enredada en la maleza,
es algo que no se cura.

Tu nombre vá en mi cintura,
en el talle y en mi piel,
eres como el cascabel
que provoca mi locura.
Eres la razón oscura
de toda mi enfermedad,
eres la mejor verdad
que me grita en la colina.
¿Serás acaso la espina
causa de mi soledad?

Amor loco, sin piedad,
que me llegas desde adentro.
Arranca y vete del centro
de mi pobre realidad.
Dime que no fué verdad,
apártate de mi vida,
cicatrízame la herida,
líbrame de tus antojos;
si un día vi por tus ojos
hoy estoy arrepentida.


Tanto celo sin medida
fué marchitando las rosas,
se agravaron más las cosas
sin dejar otra salida.
Una culpa, una partida,
una sensación de espera,
una lánguida quimera
que en cada uno se mece;
el dolor que se estremece
cuando el alma se lacera.

Hoy llora la primavera
con un llanto triste y tierno,
está de luto el invierno
y el otoño gime afuera.
Todo como si perdiera
la razón de la existencia,
se alegra la indiferencia
de ver lo gris que está el cielo
y un ave emprende su vuelo
dejando atrás la impaciencia.

Si no hay rango ni opulencia,
ni bienestar, ni placer,
¿Cómo puede suceder
que se imponga la advertencia?.
Invisible la conciencia
deja traslucir de un modo
lo bueno, lo malo, todo,
todo lo que a veces guardas,
lo que retienes y tardas
en sacar del mismo lodo.

Fuiste mío codo a codo
aunque ya no quede nada,
aunque tu voz apagada
susurre en otro recodo.
Hoy tus sienes grises podo
de mi dolor ambulante,
y con frase desafinaste
me desahogo en mi verso
como si un rayo perverso
cayera en mí delirante.

Qué impetuoso, qué arrogante,
qué bien me apartas de ti;
sin dudas, me convencí
que la ira es elegante.
Pero, qué importa, distante,
ya sabrás si me quisiste;
que lo que jamás previste
te invadirá como un manto:
la angustia, el dolor, el llanto
por todo lo que me hiciste.

La tranquilidad no existe
ni el olvido puede ser,
aunque exista otra mujer
hay algo que se resiste.
¿Quieres olvidar?, insiste,
que la persistencia es buena,
pero llevas la condena
de un dolor que se destina
para el que lleva una espina
y llora una misma pena.

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